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El Arrebato ofreció ayer viernes un concierto en el auditorio de Riojafórum que hizo disfrutar al millar de espectadores que reunió con su música alegre, interpretada con desparpajo y romántica. Porque si algo es Francisco Javier Labandón es un romántico empedernido que compone unas canciones de amor incondicional, fáciles, directas, superficiales, rápidas, con letras como «el corazón asegurado a todo riesgo», «yo soy un pirata y tú tienes el mapa de mi tesoro», «me quedo con quién me pide ponme un Whatsapp cuándo llegues» o la más celebérrima «búscate un hombre que te quiera, que te tenga llenita la nevera».
Cinco músicos y tres coristas acompañaron a Francisco Javier Labandón en el directo, que tras una introducción instrumental comenzó por todo lo alto, con la canción 'Dame cariño', que cantó el público con fidelidad. El artista lució una americana imposible y, por supuesto, su característica banda de pelo. Y así desplegó un repertorio que bebe de Camela, Los Chichos y El Barrio, con historias cotidianas, amores a pie de calle y estribillos pegadizos que tienen el sabor de un viaje de verano en coche rumbo a las vacaciones.
El público fue mayoritariamente femenino. Hubo móviles inmortalizando el concierto prácticamente de continuo y en algunos momentos las acomodadoras no pudieron convencer a los espectadores para regresar a sus asientos, una vez levantados para bailar en las escaleras o, simplemente, para poder ver el escenario si los de delante se habían puesto de pie. No se vivía un fenómeno fan tan respondón desde el concierto de Melendi en Actual 2014.
«Tenemos una ilusión muy grande de que sea una noche bonita, mágica, luminosa y con arte», advirtió Labandón. Continuó el repertorio con temas como 'En el último minuto' y 'La música de tus tacones'. La verdad es que el concierto no acabó por adquirir un ritmo frenético debido a los parones entre canción y canción que el músico justificó para beber agua debido al calor, aprovechando también para hablar y presentar las canciones, si no contar su azarosa vida, como la prematura muerte de sus padres, la residencia en un barrio humilde de Sevilla o las mascotas de la infancia, el perro Diligencia y el canario Currito.
JUAN MARÍN
En las dos horas de concierto, la intermedia fue una fase más relajada y menos bailable, como sucedió con la balada 'Vuela', interpretada sin batería ni bajo, solo con guitarra, teclados y coros. Entonces el repertorio se alejó de la rumba y se adentró en un pop tranquilo, acaramelado. Uno de los mejores momentos de la actuación fue cuando, sin música, a viva voz, Labandón arrancó a cantar 'Tu frialdad' de Triana como un recuerdo de juventud. A partir de entonces el concierto volvió a despegar con temas más movidos, como 'Gente luminosa', 'Lady Luna' y 'Poquito a poco', que tuvo un aire de orquesta, de explosión de felicidad, de desinhibición, como si no hubiera pandemia ni guerra en Ucrania, que es para lo que sirve el arte y la música, para olvidar la triste realidad y creer en una vida mejor aunque irreal.
JUAN MARÍN
Finalizada la primera serie de canciones hubo un clamor absoluto para pedir un bis, un acuerdo unánime pidiendo más que no tuvo ni Nathy Peluso. Hubo tres canciones extra, tres temas reservados especialmente para la ocasión. La primera, 'Búscate un hombre que te quiera': «Me han preguntado 49 millones de veces si la voy a tocar». La segunda, el himno del centenario del Sevilla F.C. que, por cierto, aunque apareció una bandera del equipo en el palco, no se la había reclamado nadie en Logroño. Y, por último, 'Mi colega de siempre'.
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